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Chalchihuitan, Chiapas

El 3 de enero del año 2018 con la llamada Brigada Internacional por la Paz y el Territorio, fuimos de visita en el municipio de Chalchihuitán, Chiapas, México. El objetivo de eso fue de traer bienes de primera necesidad a familias desplazadas en campamentos de emergencia debido a un ataque de un grupo paramilitar en sus territorios. Hemos aprovechado para documentar sobre la situación in situ tres meses después del primero balazo el 18 de octubre 2017. El propósito de este artículo es de explicar el proceso autónomo del aporte de asistencia urgente. Hasta entonces, solo una minoría de nosotrxs tenía experiencia de trabajo humanitario. Nos pareció importante compartir nuestra experiencia con lxs compañerxs europeos escribiendo esas líneas.

Las montañas de Chiapas
En nuestro entorno militante, el nombre Chiapas nos suena. Todxs tenemos en mente la imagen del Sub Galeano (antes llamado Marcos) con su pasamontaña, fumando la pipa encima de su caballo. Asimismo, tenemos ideas más o menos claras sobre el levantamiento de 1994 y de la lucha indígena llevada a cabo por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en las ciudades y en las comunidades rurales de Chiapas, la región la más pobre del país. La esperanza que tiene este movimiento, particularmente ahora con la candidatura de una mujer del Consejo Nacional Indígena, Marichuy, a la elección presidencial mexicana del 2018, está dando impulso a los movimientos sociales. Pero la ola Zapatista en esta región de América Central no alcanza a eclipsar la guerra contra insurgente llevada a cabo por los grupos paramilitares. El estado que se queda pasivo frente a tal situación y se vuelve así cómplice. También está acusado por los movimientos sociales y por las victimas del desplazamiento de haber distribuido armas de alto fuego a esas oscuras milicias.

La creación de la Brigada
Es en diciembre del 2017 en San Cristóbal de las Casas que escuchamos por la primera vez de este conflicto territorial. Dicen que unas 5000 personas fueron desplazadas, un hombre fue asesinato por arma, unas casas fueron quemadas y varios niños murieron de frío. Parece que la situación se va a volver peor con el acercamiento del invierno. Escuchamos entonces que un colectivo de la Ciudad de México se organizó para hacer un acopio.
Se dice que falta de todo en los campamentos. Decidimos entonces de organizarnos como colectivo y creamos la Brigada Internacional por la Paz y el Territorio.

¿Quiénes somos?
Somos residentes Mexicanxs y viajerxs de Francia, Suiza, y Argentina, cercanos de los movimientos militantes y punks. Tocadxs por esta situación humanitaria urgente, decidimos hacer asamblea y compartimos. Nunca vamos a tener la pretensión de terminar con el conflicto u organizar acopio de comida para las cinco mil bocas en necesidad de maíz y de fríjoles, pero vamos a pensar juntos como podemos aportar algo.

¿Cual fueron las necesidades en este momento?
Para saber más nos contactemos con tres organizaciones ya implicadas en la ayuda a lxs desplazadxs desde el inicio del conflicto. No solo teníamos que conocer las necesidades de las víctimas, pero también asegurar nuestra propia seguridad. La coordinación se hizo con la parroquia católica cual sacerdotes fueron los primeros a sacar informes sobre el conflicto. Están presentes con las familias y hacen el posible para la gestión de la ayuda que se necesita. En tal situación las querellas ideológicas entre nuestro anarquismo y sus creencias religiosas fueron dejadas al segundo plano.
Luego nos contactemos con el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (FrayBa). Esta organización hace un seguimiento constante sobre la situación de los derechos humanos en Chalchihuitán. Para terminar, nos hemos coordinado con la Colectiva Cereza, colectivo feminista de apoyo a las presas políticas. Ellas fueron igualmente en la zona de conflicto.

¿Cómo financiarse?
Teníamos que pensar en varias maneras de generar lana. Necesitamos una base para comprar la comida y pagar la gasolina de los vehículos. Hay compañeros que se van a organizar un concierto punk el 31 de diciembre en el centro de San Cristóbal. Los preguntamos si podemos aprovechar el evento para producir y vender algo que amamos, que sabemos hacer y que une los pueblos más allá de las fronteras, óseas pizzas. Nos dicen que sí. Vamos a cobrar también el ingreso a precio libre por la causa.

Hacemos la promoción del evento dibujando el folleto con la idea de imprimirlos a mano con grabados de madera. Todxs se ponen a la obra para tallar esta tabla con nuestra gubia mal afilada. Luego con el rodillo, tinta y papel iniciamos la producción. Aprendemos, nos manchamos los dedos, compartimos el conocimiento y así aprendemos a conocernos. También hacemos parches en serigrafía hasta tarde varias noches para venderlos los días que siguen.

Este fin de diciembre 2017, lxs Zapatistas organizaron un festival alternativo de ciencias, el ConCiencias, en el CIDECI en San Cristóbal. Allá venderemos nuestras obras de arte a precio libre, en apoyo a la brigada. Imprimimos más folletos en vivo. La gente se para para mirar y preguntar y así explicamos el asunto. Funciono chido y así nos rellenó de ánimo y de energía.

Llega el 31 de diciembre. Bajamos de la montaña donde vivimos con nuestro horno DIY, compramos un poco de leña y listo. Compañeros pizzaiolos italianos nos hacen paro toda la tarde para preparar la masa y luego se van a hacer la fiesta en un Caracol (unidad de organización política y económica zapatista, representando varios municipios autónomos), abierto esta noche para celebrar el levantamiento del 1ero de enero 1994.

Nosotrxs esta noche estamos ocupados al horno en la calle. Los vecinos también están afuera. Hacen fogatas, arman barricadas con palletes y la pasan quemando cohetes y petardos. Mientras tanto se activa la distorsión en el fondo del centro anarco-punk Xanobil donde ocurre la fiesta. Ruido, pogos, chelas, la pasan bien. Y nosotros afuera aplastamos la masa, echamos la salsa y la verdura con ganas, distribuyendo así nuestras pizzas toda la noche.

Este primero de enero es cruda colectiva (resaca, guayabo, etc.). Igual no nos dejamos llevar. Nos quedan solo dos días para preparar todo. Hacemos reuniones, compras de maíz y frijoles y nos coordinamos con la Colectiva Cereza. Nos separamos en grupos de trabajo para la animación con lxs niñxs y la comunicación. Queremos que la información sale de la zona. Hasta el último momento no sabemos si vamos a tener vehículos y si la carretera está todavía bloqueada por los paramilitares. El 2 de enero a la noche nos acostamos temprano. Mañana estaremos doce en la caravana. Un día largo nos está esperando.

El contexto del conflicto
Lo que sabíamos antes de llegar en el sitio es que un conflicto territorial está ocurriendo entre el municipio de Chenalho y el de Chalchihuitán. Los primeros protagonistas reclaman desde decenios una parte de las tierras de su vecino. El 18 de octubre 2018 un grupo armado de Chenalho ataca a lxs campesinxs trabajando en esta zona, matando uno de ellxs y así forzando más de 5000 personas a escapar de sus casas sin poder llevar nada. Lxs desplazadxs encuentran refugio en la montaña cerquita creando así nueve campamentos de emergencia, sin ninguna infraestructura. Viven así en el miedo de un posible ataque. Las temperaturas bajan a veces a menos que cero grados. La comida que aporta la protección civil, cuando llega hasta los campamentos, no está adaptada a las costumbres alimentarias así provocando diarreas a lxs que la comen. Cuatro niñxs y dos adultos fallecieron ya.
La zona está ahora bajo ocupación de la policía y del ejército que pretenden gestionar la situación y proteger a lxs desplazadxs.
No esta cierto quién son los paramilitares; tienen armas de alto fuego del mismo tipo de las que fueron utilizadas al momento de la masacre de Acteal en 1997 cuando 45 personas fueron ejecutadas dentro de una iglesia. ¿Serian humildes campesinos? Quizás, pero ¿quién los suministra las armas? ¿Campesinos tienen recursos para tal tipo de compras? Muchas preguntas y pocas respuestas claras.

El 2 de enero, ósea un día antes de nuestra visita, parte de las familias iniciaron a volver por sur casas, con el temor en el vientre. Los militares y el gobierno pretenden que los disparos han cesado y están poniendo presión para desmantelar los campamentos de emergencia.

Un día en Chalchihuitán
Nuestras alarmas nos despertaron a las 4.50 de la mañana. Tomamos el café, ponemos nuestra ropa la más caliente y nos bajamos de la montaña para ir a buscar los acopios del 31 de diciembre y lo de la Colectiva Cereza en el centro de San Cristóbal. Salimos de la ciudad con tres vehículos a las 7.30. Nuestra caravana así atraviesa los Altos de Chiapas en la niebla, mirando a las milpas y al bosque. Nada de esta calma nos puede dejar a pensar que hay tensiones subyacentes desde hace cuarenta años que ahora se volvieron en un conflicto armado abierto.

El trayecto hasta el pueblo de Chalchihuitán duro dos horas. Tenemos cita a la parroquia con miembros de la comunidad. La mera localidad no está tocada por las hostilidades, todo se pasa en el campo cerca. La comunidad nos dio la bienvenida con café, huevos, frijoles y una montaña de tortillas. Ahora estamos listxs para seguir. Sacamos el acopio de la camioneta. La gente nos está mirando como si fuéramos medio extraterrestres. No hay lio, lo entendemos. Con nuestras caras de güeros, punks, hippies con tatuajes, pues hacemos contraste. Me imagino que de ver llegar un bus de indígenas chiapanecos hablando Tzotzil en Plainpalais (Ginebra, Suiza) para llevarnos maíz nos parecería seguramente algo raro.

Como dejamos el acopio a la parroquia, los delegamos el trabajo de distribución en los campamentos. Nos pareció más sencillo. Luego preguntamos a nuestro guía Fernando si podemos ir a visitar lxs desplazadxs y nos dice que sí. Seguimos así con nuestros tres vehículos a través de caminos de tierra escarpados y llegamos al primero campamento luego de una media hora. Desde la cima del cerro que pisamos, Fernando nos enseña la zona de conflicto, las casas abandonas y los límites territoriales. Nos dice que los próximos cultivos de milpa no podrán estar cosechados por falta de trabajo. Se anuncia una crisis alimentaria.

Tomamos el tiempo de jugar con lxs niñxs, tocar música y malabar. Nos rellena de energía. Y también de rabia. Nadie debería vivir aquí en esas condiciones.

Preguntamos mucho. Nuestros interlocutores casi no hablan español, pero Tzotzil. Fernando traduzca. Tomamos el tiempo de bajar en la zona de conflicto a visitar las familias que regresaron a sus casas. Nos dicen que tienen miedo pero que hay que dar comida a los animales y limpiar la milpa. Una parte de los animales desapareció o murió de hambre. No hay reservas de comida. Nos dicen que si no les ayudan va a ser difícil sobrevivir.
Afortunadamente hasta ahora hay organizaciones que han enviado alimentos así todavía no se siente el hambre. Pero la ayuda del gobierno nos pareció un asunto que funciona mal. O no está adaptada a la dieta de lxs beneficiarixs o no llega hasta los campamentos. Sospechamos parte del almacenamiento desaparece entre la bodega y su destinación.

Las familias cuales casas son las más cerca de la franja de conflicto se quedan en los campamentos. Son más o menos 1200. Quieren justicia, reparación y entrega total de las armas, pero no pasa nada de eso. El gobierno niega que siguen los disparos y pretende que la tranquilidad ya volvió. La policía y el ejército no hacen nada. Nosotros observemos durante nuestra visita que gente de Chenalho están ahora cosechando las matas en las tierras que robaron. Qué triste. Hemos visitado tres d los nueve campamentos. Perturbados pero encantados de haber ayudado un poco y entendido algo sobre la situación en sitio, volvemos a San Cristóbal para reunirnos con los miembros del centro de derechos humanos Fray Bartolomé para dar nuestro informe y participar a una mesa de discusión con otros colectivos trabajando en el tema de los derechos humanos.

La autonomía de todos lados
Aprendimos mucho desde la creación de nuestro colectivo hasta el día de nuestra visita. Nos conocíamos muy poco, pero supimos darnos confianza así para ir adelante. Cada uno puso su piedra al edificio. En tal situación crítica cada quién puede organizarse y solidarizarse con otrxs. Además, no se trata solo de maíz y de cobijas, pero también vimos que era muy importante decir a esas personas que el mundo no los olvida. Que si los visitamos es que esperamos que están bien.

Pensamos que si decidimos de viajar hay que hacerlo con el sentido de las responsabilidades. Pensamos que no hay que separar las vacaciones turísticas de la idea de acción humanitaria o política. No se necesita compartir nuestro modo de vida entre recreación y solidaridad. Donde estamos, vínculos de ayuda mutua pueden ser tejidos de manera sencilla y autónoma. Eso es porque decidimos compartir nuestra experiencia en Chiapas. Queremos que nacen miles de brigadas autónomas se formen cada vez que un conflicto surge. Desde abajo y a la izquierda.
Por la Paz siempre. Por el Territorio de todos lados. Estaremos presentes.

La Brigada Internacional por la Paz y el Territorio

 

Docu (1) CAMAC Chalchihuitan 03.01.2018

Docu (2) CAMAC Chalchihuitan 05.02.2018


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Posted in Mexico.